Tela blanca arrugada con flecos a la izquierda y texto tipográfico en espiral que dice 'Scroll Down', acompañado de una flecha negra hacia abajo

Arquitectura y dualidad: cómo diseñar espacios con programas mixtos

Fotograma de la película ‘Mon Oncle’ de Jacques Tati. “Perro salchicha con abrigo observa puerta metálica con ventanas redondas en entorno modernista.”

Introducción

En el contexto urbano actual, donde la flexibilidad es una necesidad y no una opción, los espacios con programas mixtos se consolidan como una respuesta arquitectónica eficaz. Diseñar para la dualidad de usos no solo implica resolver funciones, sino también crear una narrativa espacial coherente, capaz de integrar naturalezas distintas bajo una misma identidad formal. En este artículo exploramos los retos, estrategias y oportunidades que ofrece trabajar con espacios híbridos, a partir de nuestra experiencia con el proyecto Oddity, un local compartido entre una peluquería y un estudio de tatuajes.

El reto de mezclar usos sin perder unidad

Los programas mixtos suelen implicar actividades con requerimientos técnicos, atmosféricos y funcionales muy distintos. Esto presenta una dificultad evidente: ¿cómo lograr una convivencia armónica sin caer en la segmentación forzada o en la pérdida de identidad?

En Oddity, peluquería y tatuajes conviven en apenas 65 m², exigiendo una solución espacial que no compartimentara el espacio de forma rígida ni lo homogeneizara en exceso. El objetivo era claro: evitar el efecto "dos locales dentro de uno". La clave estuvo en diseñar una secuencia espacial fluida que organizara la experiencia sin necesidad de levantar muros ni aislar funciones.

Recursos proyectuales para integrar lo diverso

Uno de los recursos más potentes fue la falsa perspectiva mediante una sucesión de arcos que jerarquizan el espacio sin cerrarlo. Este gesto, inspirado en estrategias barrocas, multiplica visualmente la profundidad y establece una narrativa lineal que guía al visitante de forma natural.

La paleta cromática en degradado, que transita del blanco al negro pasando por grises intermedios, refuerza esa lógica de recorrido. Cada zona adquiere su identidad sin perder la coherencia visual del conjunto. Esta estrategia, más allá del efecto estético, responde a la dualidad del programa: el blanco para la entrada (más relacionada con la imagen y la luz), el negro para el fondo (más íntimo, vinculado al cuerpo y la piel), y los tonos intermedios como zona de transición.

El uso de materiales técnicos —como el gresite en paredes y superficies de trabajo, o las pinturas plásticas en suelos y techos— resuelve los requerimientos de higiene, limpieza y mantenimiento propios de ambos oficios. Pero también define una atmósfera monocromática que refuerza la inmersión espacial.

Estrategias de diseño que activan el espacio

La organización en galería, o enfilade, permite una lectura clara del local a pesar de su estrechez. Esta disposición ordena el mobiliario (sillones de peluquería, camillas, encimeras) y facilita una circulación lógica que minimiza interferencias entre actividades. La iluminación —natural y artificial— también se integra como herramienta de transición: más blanca y difusa en el acceso, más concentrada y cálida en el fondo.

El resultado es un espacio coreografiado, donde el recorrido, la luz y el color articulan una experiencia que, sin ocultar la diferencia entre usos, la celebra desde una narrativa común.

Pintura del siglo XIX representando un jardín de invierno lleno de plantas exóticas, esculturas clásicas, un candelabro de cristal y mobiliario ornamentado sobre una alfombra roja, con luz cenital filtrada por un techo acristalado.

Fotograma cinematográfico con un perro salchicha vestido en un entorno residencial moderno, mientras dos personas observan por ventanas redondas desde una puerta metálica.

Plano arquitectónico antiguo en planta de dos edificios, uno con escalera helicoidal y otro con disposición simétrica y espacios porticados.

Diseño con identidad, incluso en lo funcional

Uno de los mayores riesgos al trabajar con programas mixtos es caer en la fragmentación. En Barea Pizarro apostamos por una arquitectura que reconoce la complejidad sin perder unidad. Cada proyecto es una oportunidad para narrar una historia a través del espacio, incluso cuando esa historia tiene varias voces.

En el caso de Oddity, el desafío era diseñar para dos profesiones, dos ritmos, dos energías… pero sin renunciar a un lenguaje común. Esa tensión creativa —entre lo múltiple y lo unificado— es precisamente lo que da profundidad al proyecto.

Conclusión y llamado a la acción

Los programas mixtos no son un problema a resolver, sino un potencial a explorar. Bien trabajados, pueden ofrecer experiencias más ricas, usos más eficientes y una mayor resonancia con quienes habitan o visitan el espacio. La arquitectura contemporánea debe estar preparada para abrazar estas nuevas realidades donde los límites entre usos, escalas y disciplinas se diluyen.

Si tienes un proyecto con funciones diversas y buscas una solución que lo integre con inteligencia, sentido estético y claridad espacial, contáctanos. En Barea Pizarro diseñamos espacios con inteligencia, sensibilidad y carácter, porque entendemos que lo híbrido es ya parte del presente.

ARQUITECTURA CON CRITERIO

¿Empezamos?

Work with us

Let’s Chat

Work with us

Let’s Chat

Work with us

Let’s Chat

Work with us

Let’s Chat

Work with us

Let’s Chat

Work with us

Let’s Chat